CRITICIDAD, FUNDAMENTALIDAD & CREATIVIDAD.

CRITICIDAD:
Creación de nuevos relatos que cuestionen la naturalidad de los imaginarios imperantes , en torno al Catatumbo y el conflicto que allí se vive y reproduce a lo largo y ancho del país.
FUNDAMENTALIDAD:
Comprensión de la teoría como base para la construcción de un discurso sobre la violencia en el Catatumbo, y cómo esta teoría no es limita la investigación.
CREATIVIDAD:
Desarrollo de nuevos mundos y nuevas ideas que transformen el mundo real y estereotipado en el que vivimos actualmente. Nuevas formas de resistencia no violentas y efectivas.

martes, 30 de julio de 2013

Violencia, ¿Una necesidad?

La situación que está sucediendo en el Catatumbo es crítica  por las diversas manifestaciones que han traído miles de problemas de orden público y aun peor ha generado un ambiente de total intolerancia y demasiada violencia para las personas, haciendo que en vez de hablar  del tema central de la región este pase a un segundo plano y le den más importancia a los actos de vandalismo en una zona  donde se deberían estar buscando otras alternativas o soluciones para que estas personas tengas una digna repartición de terrenos y de un bienestar tanto para niños adultos y ancianos.

La violencia es un término amplio, pero que en este contexto puede tener todas las características como lo son los deseos de una persona o comunidad completa para saciar toda la frustración y violencia, que debido a los procesos que están sucedido y  hacen sacar los mas profundos defectos del ser humano. Aunque no sea la mejor forma de pedir las cosas las personas están sufriendo mucho “lo que provocó enfrentamientos que se saldaron con cuatro muertos y más de 50 heridos” (Rangel, Alfredo. Revista semana. 7 de julio 2013) Es por eso que este blog te informara  sobre como los medios de comunicación muestran la violencia desde diferentes enfoques tanto políticos, económicos y sociales.


¿Cree Usted que la violencia es necesaria para erradicar  los problema que afectan a esta región del país?

lunes, 29 de julio de 2013

Algo en que pensar del Catatumbo.


Algunas veces te preguntas siendo colombiano, si será posible contemplar la posibilidad de una sociedad donde la palabra “violencia” no esté tan arraigada al vocabulario coloquial. Donde desde pequeños, este término tan particular no sea reconocido por su aparición regular dentro de las conversaciones, sino por la simple necesidad de manejar el idioma español; que esta palabra aparezca solo  para hablar de otros y no de nuestra nación. 
En momentos de pueblos agitados y grandes desequilibrios, como los que vivimos hoy y que, a decir verdad, no hemos dejado nunca de vivir, es que la “Violencia” se hace más presente y contundente, lastimosamente, sin sorprender alma alguna. Un país que ve a sus hijos crecer prevenidos frente a lo que la realidad les ofrece. Un diario vivir de paranoia, desencanto, desarraigo y anhelos, no de una mejor nación colombiana, sino de otra completamente diferente.  Y cómo en la vida nada es del todo justo, si unos viven prevenidos, el resto… bueno el resto simplemente lo vive en carne propia. Personas que rutinariamente se enfrentan a un universo de violencia explícita, una violencia que trasciende los periódicos y las discusiones de cafetería, para convertirse en el pan de cada día que, trágicamente, muchos se ven obligados a ingerir, porque sin él, ¿Cómo sobreviven?
Esta triste historia que se repite en todos los rincones del territorio colombiano, es la misma historia que hoy por hoy azota a las hermosas y proliferas tierra del Catatumbo. Esas tierras  que envueltas en la guerra hacen pensar que quizás dios no es omnipresente como se cree y que tal vez, por eso mismo, se ha olvidado de ellas.  Esta región que ha sido escenario de violaciones morales y de derechos humanos hoy se manifiesta con la agresividad con la que ha sido atacada., Territorio que las organizaciones subversivas declararon como suyo y que hoy por hoy, es  el más claro ejemplo de qué algo  anda mal en el país— como si no lo supiéramos desde hace ya buen rato— y de cómo es necesario llegar a un extremo para poder percatarnos de que el país se nos sale de las  manos y que finalmente nos quedó grande el vivir juntos “como hermanos”. 
Una zona, cuya historia  se ve construida por relatos de la droga, la sangre y el dolor que deja un conflicto ascendente entre un pueblo atemorizado, un gobierno disidente y una guerrilla amenazadora, es ahora objeto de una profunda y reveladora reflexión. Treinta años de violencia y desapariciones forzosas a causa de intereses económicos, tan poderosos, que llegan incluso a reemplazar, para algunos, el valor de la vida de unos cuantos—muchos— inocentes;  porque para ser honestos, a nadie parece importarle el mismo pueblo, sino lo que financieramente este pueda representar, y en este caso el Catatumbo, no es nada más ni nada menos, que una  mina en bruto que la guerrilla supo explotar y que el Estado arbitrariamente decidió ignorar.

Ahora, tras años de narcotráfico y de atentados indiscriminados, ha llegado la hora de enfrentar la realidad, y preguntarnos si no es demasiado tarde, para evitar el colapso  de una nación, que cual olla a presión, no halla la hora de estallar.  ¿Qué pasará ahora que la realidad se nos vino encima? ¿Cómo pensar en un proceso de paz, cuando una masacre ya es algo cotidiano? ¿Qué puede hacer un gobierno que se rehúsa a otorgar una zona de despeje, pero que finalmente permite 30 años  de control ilegal sobre toda una región, al grupo subversivo que tanto desea combatir? ¿Y cómo es posible que ese grupo subversivo pretenda ser visto como el vocero de los indefensos, cuando ellos mismos se valen de esa vulnerabilidad para quitarles su propiedad y peor aún, restarles su dignidad?  No podemos entonces pensar en el Catatumbo y el conflicto que allí se vive, como algo ajeno y pasajero, porque sinceramente no pasa, no ha pasado y no ha de pasar, no hasta que nos demos cuenta que si bien hoy es solo una región la que grita por clemencia, mañana será todo un país el que clame por piedad, de ese dios que parece haberse olvidado de esta pequeña porción de la tan grande y rica, América Latina.


Vanessa Sanabria.
Basado en lectura de "Pobre Catatumbo" por Alvaro Sierra. Revista Semana
http://www.semana.com/nacion/articulo/pobre-catatumbo/255398-3